August 2020
During these past few COVID-19 pandemic months I have desperately missed the human side of being a photographer. I miss the huge privilege of having unique insights into the worlds of so many different people. Being quarantined with limited options on travel and work means having to search for new forms of stimulation and creative outlets, in order to spark the fire of our creative and personal energies.
Fortunately, photography in itself is also a therapeutic art form, one that provides many creative outlets in order to stay positive: embracing new skills, sharing experiences and knowledge with a strong and supportive virtual community, or going through boxes of old negatives and slides in order to complete that digitalizing project that has been on the back burner for so long.
These images were captured during a road trip through Morocco about 25 years ago, in my pre-anthropology days, when photography was no more than a casual hobby. They were taken with a Minolta XG-1 using Kodachrome 64 film. The resultant slides have been stored since then, they have faded and have been scratched. Be it for nostalgia or to achieve a more emotional feeling, I decided to explore the effects of transforming the color images into monochrome ones. I wanted to challenge myself to look at an image’s relationship with light, texture, and composition, instead of with color. In addition to what I discovered using various photo editing techniques, I realized that trips down memory lane can be very emotional, filled with equal parts of joyfulness, melancholy, reminiscence, and thoughts of "Why on earth did I ever take that picture?".
***
Durante estos últimos meses de pandemia de COVID-19, he extrañado desesperadamente el lado humano de ser fotógrafo. Extraño el gran privilegio de tener una visión única del mundo de tantas personas diferentes. Estar en cuarentena con opciones limitadas de viajes y trabajo significa tener que buscar nuevas formas de estimulación y creatividad, para mantener el fuego de nuestras energías creativas y personales.
Afortunadamente, la fotografía en sí misma también es una forma de arte terapéutico, que proporciona muchas opciones creativas para mantenerse positivo: aprender nuevas habilidades, compartir experiencias y conocimientos con una comunidad virtual fuerte y solidaria, o abrir cajas de negativos y diapositivas antiguos en para terminar ese proyecto de digitalización que ha estado en segundo plano durante tanto tiempo.
Estas imágenes fueron tomadas durante un viaje por carretera por Marruecos hace unos 25 años, en mis días previos a la antropología, cuando la fotografía no era más que un pasatiempo informal. Fueron tomadas con una Minolta XG-1 usando película Kodachrome 64. Las diapositivas resultantes han estado almacenadas desde entonces, se han desvanecido y se han rayado. Ya sea por nostalgia o para lograr una sensación más emocional, decidí explorar los efectos de transformar las imágenes en color en imágenes monocromáticas. Quería desafiarme a mí misma para mirar la relación de una imagen con la luz, la textura y la composición, en lugar de con el color. Además de lo descubierto al utilizar varias técnicas de edición de fotos, me di cuenta de que los viajes por el carril de la memoria pueden ser muy emocionales, llenos en partes iguales de alegría, melancolía, reminiscencia y pensamientos de "¿Por qué demonios tomé yo esa foto?"
Read MoreFortunately, photography in itself is also a therapeutic art form, one that provides many creative outlets in order to stay positive: embracing new skills, sharing experiences and knowledge with a strong and supportive virtual community, or going through boxes of old negatives and slides in order to complete that digitalizing project that has been on the back burner for so long.
These images were captured during a road trip through Morocco about 25 years ago, in my pre-anthropology days, when photography was no more than a casual hobby. They were taken with a Minolta XG-1 using Kodachrome 64 film. The resultant slides have been stored since then, they have faded and have been scratched. Be it for nostalgia or to achieve a more emotional feeling, I decided to explore the effects of transforming the color images into monochrome ones. I wanted to challenge myself to look at an image’s relationship with light, texture, and composition, instead of with color. In addition to what I discovered using various photo editing techniques, I realized that trips down memory lane can be very emotional, filled with equal parts of joyfulness, melancholy, reminiscence, and thoughts of "Why on earth did I ever take that picture?".
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Durante estos últimos meses de pandemia de COVID-19, he extrañado desesperadamente el lado humano de ser fotógrafo. Extraño el gran privilegio de tener una visión única del mundo de tantas personas diferentes. Estar en cuarentena con opciones limitadas de viajes y trabajo significa tener que buscar nuevas formas de estimulación y creatividad, para mantener el fuego de nuestras energías creativas y personales.
Afortunadamente, la fotografía en sí misma también es una forma de arte terapéutico, que proporciona muchas opciones creativas para mantenerse positivo: aprender nuevas habilidades, compartir experiencias y conocimientos con una comunidad virtual fuerte y solidaria, o abrir cajas de negativos y diapositivas antiguos en para terminar ese proyecto de digitalización que ha estado en segundo plano durante tanto tiempo.
Estas imágenes fueron tomadas durante un viaje por carretera por Marruecos hace unos 25 años, en mis días previos a la antropología, cuando la fotografía no era más que un pasatiempo informal. Fueron tomadas con una Minolta XG-1 usando película Kodachrome 64. Las diapositivas resultantes han estado almacenadas desde entonces, se han desvanecido y se han rayado. Ya sea por nostalgia o para lograr una sensación más emocional, decidí explorar los efectos de transformar las imágenes en color en imágenes monocromáticas. Quería desafiarme a mí misma para mirar la relación de una imagen con la luz, la textura y la composición, en lugar de con el color. Además de lo descubierto al utilizar varias técnicas de edición de fotos, me di cuenta de que los viajes por el carril de la memoria pueden ser muy emocionales, llenos en partes iguales de alegría, melancolía, reminiscencia y pensamientos de "¿Por qué demonios tomé yo esa foto?"