February 2019
On Wednesday, January 23, 2019, tens of thousands of Venezuelans of all ages opposing Nicolas Maduro’s regime took to the streets of cities all over the country, marking a turning point in the country’s collapse into absolutism, repression, tyranny, and economic ruin. Maduro, who started his second term on 11 January after doubtful elections, is encountering a bolstered opposition as well as increasing international hostility. Since January 23, Venezuela has two presidents: Nicolás Maduro and Juan Guaidó. Battered Maduro is becoming progressively friendless and is being recognized by only a few but powerful nations, while the United States, the European Union, Canada, and other countries are supporting Guaidó.
Venezuela's overall state of affairs has worsened significantly over the last decade: more than three million Venezuelans have fled the country, raising social issues in neighboring nations; malnutrition and poor sanitary conditions have caused a humanitarian crisis; Venezuela has repeatedly been highlighted near the top of the list of homicides per capita; infrastructure –including the highly profitable oil industry- has been hit by constant maintenance crises; and the country's economy has been ruined by hyper-inflation.
These problems illustrate how Venezuela has deteriorated to the point that almost no one can’t be affected. But the protest of January 23 also showed the kind of strength that Venezuelan people can deliver during times of national mayhem. The eyes and the hopes of all Venezuelans are set on a prompt, successful, and peaceful transition from a despotic rule to a democratic state.
***
El miércoles 23 de enero de 2019, decenas de miles de venezolanos de todas las edades que se oponen al régimen de Nicolás Maduro tomaron las calles de ciudades de todo el país, marcando un punto de inflexión en el colapso del país en el absolutismo, la represión, la tiranía y la ruina económica. Nicolás Maduro, quien comenzó su segundo mandato el 11 de enero después de unas elecciones dudosas, se encuentra con una oposición reforzada y con una creciente hostilidad internacional. Desde el 23 de enero, Venezuela tiene dos presidentes: Nicolás Maduro y Juan Guaidó. El maltratado Nicolás Maduro se está volviendo progresivamente sin amigos, y solo lo reconocen unas pocas pero poderosas naciones, mientras que Estados Unidos, la Unión Europea, Canadá y otros países apoyan a Guaidó.
La situación general de Venezuela ha empeorado significativamente en la última década: más de tres millones de venezolanos han huido del país, lo que plantea problemas sociales en las naciones vecinas; la desnutrición y las malas condiciones sanitarias han provocado una crisis humanitaria; Venezuela ha sido resaltada repetidamente entre los primeros países en la lista de homicidios per cápita; la infraestructura, incluida la altamente rentable industria petrolera, se ha visto afectada por las constantes crisis de mantenimiento; y la economía del país se ha visto arruinada por la hiperinflación.
Estos problemas ilustran cómo Venezuela se ha deteriorado hasta el punto de que casi nadie puede dejar de verse afectado. Pero la protesta del 23 de enero también mostró el nivel de fortaleza que el pueblo venezolano puede ofrecer en tiempos de caos nacional. Los ojos y las esperanzas de todos los venezolanos se centran en una transición rápida, exitosa y pacífica de un gobierno despótico a un estado democrático.
Read MoreVenezuela's overall state of affairs has worsened significantly over the last decade: more than three million Venezuelans have fled the country, raising social issues in neighboring nations; malnutrition and poor sanitary conditions have caused a humanitarian crisis; Venezuela has repeatedly been highlighted near the top of the list of homicides per capita; infrastructure –including the highly profitable oil industry- has been hit by constant maintenance crises; and the country's economy has been ruined by hyper-inflation.
These problems illustrate how Venezuela has deteriorated to the point that almost no one can’t be affected. But the protest of January 23 also showed the kind of strength that Venezuelan people can deliver during times of national mayhem. The eyes and the hopes of all Venezuelans are set on a prompt, successful, and peaceful transition from a despotic rule to a democratic state.
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El miércoles 23 de enero de 2019, decenas de miles de venezolanos de todas las edades que se oponen al régimen de Nicolás Maduro tomaron las calles de ciudades de todo el país, marcando un punto de inflexión en el colapso del país en el absolutismo, la represión, la tiranía y la ruina económica. Nicolás Maduro, quien comenzó su segundo mandato el 11 de enero después de unas elecciones dudosas, se encuentra con una oposición reforzada y con una creciente hostilidad internacional. Desde el 23 de enero, Venezuela tiene dos presidentes: Nicolás Maduro y Juan Guaidó. El maltratado Nicolás Maduro se está volviendo progresivamente sin amigos, y solo lo reconocen unas pocas pero poderosas naciones, mientras que Estados Unidos, la Unión Europea, Canadá y otros países apoyan a Guaidó.
La situación general de Venezuela ha empeorado significativamente en la última década: más de tres millones de venezolanos han huido del país, lo que plantea problemas sociales en las naciones vecinas; la desnutrición y las malas condiciones sanitarias han provocado una crisis humanitaria; Venezuela ha sido resaltada repetidamente entre los primeros países en la lista de homicidios per cápita; la infraestructura, incluida la altamente rentable industria petrolera, se ha visto afectada por las constantes crisis de mantenimiento; y la economía del país se ha visto arruinada por la hiperinflación.
Estos problemas ilustran cómo Venezuela se ha deteriorado hasta el punto de que casi nadie puede dejar de verse afectado. Pero la protesta del 23 de enero también mostró el nivel de fortaleza que el pueblo venezolano puede ofrecer en tiempos de caos nacional. Los ojos y las esperanzas de todos los venezolanos se centran en una transición rápida, exitosa y pacífica de un gobierno despótico a un estado democrático.